viernes, 23 de octubre de 2020

AL ALBA


Tornan las algas, las conchas y sus chinos,

a la orilla silenciosa del alba.

La arena seca vuelve a humedecerse

con la espuma madrugadora del agua,

en tierno contacto, de mareas bendecidas,

la convierte en pulcra y nueva, cada día.


Amanece.


Vuelven las barcas a su pendular equilibrio,

sus anclas, de los amarres caen, por fin tensas,

tras duro viaje de tempestades y tormentas.

Los veleros yerguen sus ruidosos mástiles al alba de un sol de otoño.

Ansían gaviotas que los cimbreen, más rezan sus plegarias al viento, sólos.


Llega el olor, húmedo, de un mar de recuerdos olvidados.

La traiña ya no regresa tras su faena.

Se aleja en el horizonte para siempre, a explorar otros mares

y a arribar en otros puertos, nunca antes transitados.


El rebalaje de las olas borra nuestras huellas errantes,

arrastrando consigo dunas de secretos y caracolas resonantes.


Mirlos que anuncian el alba,

farolas que van cesando.

La ciudad está despertando.

...

Todo vuelve a empezar.

Más nada tiene retorno.


La gaviota abre sus alas, y por fin vuela…

alto.



// MDM //

22 de octubre de 2020